jueves, 3 de marzo de 2011

Troya ardió.

Allí nos encontrábamos en la arenosa playa de Troya, frente a la gran muralla que parecía indestructible, más fuerte que cualquier soldado bien armado. Tenía un color ya muy desgastado debido a las miles de flechas que habían chocado contra ella y habían dejado su pequeña huella. Teníamos que pensar algo para ganar aquella batalla, pero no sabíamos que hacer. Algunas tardes nos dábamos un pequeño baño en las claras aguas del mar para refrescar nuestras ideas. Hasta que un día Odiseo ideó el ataque definitivo, la construcción de un gran caballo de madera donde nos escondimos. Los troyanos aceptaron nuestro regalo y fueron asesinados mientras se encotraban ebrios, murieron casi todos. Quemamos Troya y con ella la muralla, no podíamos creerlo. Fuimos más fuertes que ella.

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